Recordar

No te olvidaste, no lo podía creer. A pesar de estar tan lejos, te hiciste sentir tan cerca. Rompiste la barrera de lo imposible. Te vi, viniste a buscarme. A felicitarme. No lo podía creer. Parecía tan real.

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Estabamos en nuestro lugar usual. Charlando, riéndonos, entre mis llantos de alegría. Mientras los chicos seguía prácticando. Todo parecía normal, pero más lejos de eso no podía estar. Hablamos de todo un poco, te puse a tiro de mis cosas, aunque vos ya sabías todo. Me veías desde arriba. Dijiste que no me habías abandonado, a pesar de que yo lo siento así. Que siempre estás conmigo, incluso cuando duermo, como ahora. Me protegés, me aconsejás, tal y como lo hacías cuando estabas acá.

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En ese momento aproveché para decirte todo lo que no te había dicho antes, pero por supuesto, me dijiste que ya lo sabías. Y que no me mortificara por no haberlo dicho antes, cuando podía. Era una mezcla de sensaciones, de profunda alegría y, también, profunda tristeza. Quería quedarme, no podía creer poder volver hablar contigo. Pero el celular sonó, y entre llantos me trajo de vuelta al mundo.

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Desde tu partida me di cuenta de que hay que decir las cosas que uno siente. Abrazar a un amigo, decirle que se le quiere. No se le debe reservar ese privilegio sólo a la pareja. Porque los amigos también se pierden.

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Todavía me duele, Gaby, te extraño. Pero fue increíble la sensación de volverte a ver. Aunque sea en mi sueño.

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P.D.: Foto de Gettyimages, el tiempo pasa volando y nos olvidamos que algunos no tiene tanto.